La triste historia de Sandra, la orangutana “persona” que tuvo un final feliz

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La historia está llena de ejemplos de hombres y mujeres que tuvieron vidas sacrificadas, víctimas de un sistema que los oprimía, y que lucharon contra viento y marea para que sus derechos vulnerados finalmente fuesen reconocidos. A veces, estos mártires han muerto sin conseguir disfrutar en vida lo que su lucha después dejó de legado para otras personas que sufrieron vejámenes similares. Lo distintivo de esta historia que presentamos esta vez es que la protagonista no es una persona. O si. Eso lo decides tú. Nosotros te contaremos la triste historia de Sandra, la orangutana “persona” que tuvo un final feliz.

Esta semana, la orangutana Sandra arribó al santuario de Florida, Estados Unidos, llamado Centro para Grandes Simios (Center for Great Apes). Allí vivirá el resto de su vida luego de un largo viaje que había comenzado un mes antes en Buenos Aires, Argentina.

Tras un viaje de más de 20 horas por vía terrestre, Sandra llegó al Centro para Grandes Simios  acompañada por el médico veterinario David Murphy. El doctor informó que Sandra “viajó muy tranquila, pudo comer bien” y “tomar agua”. Además, remarcó su carácter curioso: “Siempre estuvo interesada en mirar por las ventanas”.

Quién es Sandra, la primer orangutana “persona” de todo el mundo

Sandra nació el 14 de febrero de 1986 en el zoológico de Rostock, Alemania. Aunque no tenemos mucha información sobre su infancia, el único dato confirmado ya marca el designio de tristeza que marcaría su vida. Su madre la rechazó.

Así, la pobre Sandra creció en soledad hasta que en 1995. A la edad de nueve años, fue vendida al zoológico de Buenos Aires.

Ya en Argentina, Sandra repitió otro capítulo de su triste historia, y fue ella la que rechazó a su propia cría. Carecía de instinto maternal. Por eso, el pequeño orangután recién nacido debió ser trasladado a otro zoológico para poder sobrevivir.

La Justicia argentina y un hecho único: un animal con derechos humanos

Después de 30 años de vida en cautiverio, activistas por los derechos de los animales tomaron el caso de Sandra. El contexto los favorecía. Como en muchos lugares del planeta, el zoológico de Buenos Aires comenzó un proceso de transformación para liberar a los animales que solo habían vivido tras las rejas.

Por eso, el trabajo de una asociación de abogados animalistas planteó el traslado de Sandra. Y tuvo una ayuda que nunca antes en ningún país del planeta había ocurrido. Por eso, Sandra es un caso de estudio a nivel mundial. Sandra fue la primera y única gran simio del mundo declarada “persona no humana” por la Justicia.

¿Qué significa “persona no humana” para la justicia argentina? Implica que Sandra es un sujeto que siente y puede -y debe- tener sus propios representantes legales. De esta manera, dejó de ser “una cosa” para ser “un ser vivo”. Como sujeto que siente, la Justicia dictaminó que su cautiverio y exhibición violaban sus derechos. No importó que Sandra fuese alimentada y tratada sin crueldad por sus cuidadores en el zoológico. La jueza de la causa fue contundente: Sandra debía ser reubicada en un santuario junto a otros ejemplares de su especie. Así, desarrollar su vida en un real estado de bienestar.

El viaje de Sandra

Los tiempos judiciales casi nunca son los mismos que necesitan las víctimas. Por eso, a pesar de la resolución de la jueza, pasaron tres años y varios idas y vueltas judiciales hasta que finalmente se decidió el traslado de Sandra.

La Asociación de Funcionarios y Abogados por los Derechos de los Animales (AFADA) quería que la protagonista de la historia viajara  al Santuario de Sorocaba, en Brasil.

Sin embargo, la jueza Elena Liberatori decidió que era más adecuado el santuario “Center for Great Apes”, en Estados Unidos.

Así fue como Sandra, con sus 33 años y 53 kilogramos, subió a un avión para aterrizar en EEUU. Y tras un período de adaptación de casi un mes, finalmente llegó a su nuevo hogar.

Cómo es el nuevo hábitat de Sandra

El flamante hogar de Sandra está ubicado en la zona rural de Wauchula, una región  boscosa y húmeda en el sur de Estados Unidos.

El centro trabaja con orangutanes y tiene gran experiencia en los requerimientos físicos y cognitivos que estos primates poseen. Actualmente, 21 orangutanes de distintas edades y orígenes son los nuevos compañeros de convivencia de Sandra.

Todos los animales que viven en este lugar son rescatados de circos, de la industria del entretenimiento o del mal llamado “mascotismo”, que obliga a animales salvajes a convivir bajo normas humanas que vulneran sus derechos.

Los diferentes recintos del Centro para Grandes Simios otorgan mucho espacio para correr, escalar y tienen altura para que lo simios puedan balancearse. Además, poseen espacios al aire libre con gran cantidad de estructuras trepadoras, enredaderas, tubos, alcantarillas y dispositivos de enriquecimiento. Un lugar ideal para que la triste historia de Sandra, la orangutana “persona”, tuviera un final feliz.

Fundado en 1993, el Centro para Grandes Simios es un entramado selvático de 486.000 metros cuadrados. Por eso, al estar ubicado entre el espesor de árboles y plantas, le otorga a los orangutanes la posibilidad de estar lejos de las cámaras fotográficas y los estresantes sonidos habituales de las visitas de familias, niños, turistas y escuelas.

El Centro para Grandes Simios es una institución sin fines de lucro. Solamente está financiada a través de donaciones. En su sitio oficial en Internet, esta fundación explica que se puede "adoptar un mono" de manera simbólica por 25 dólares al mes. Con ese dinero, el donante contribuye al cuidado del animal, a su atención médica y a su alimentación. Los cálculos indican que el costo de vida de cada simio ronda los 20.000 dólares anuales.

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