En los terribles años del holocausto nazi, un hombre llamado Sir Nicholas Winton salvó de la muerte a 669 niños judíos. A través de la creación de una oficina improvisada, trabajó para sacar del país a estos niños consiguiendo la financiación para su viaje en tren desde Crecoslovaquia hasta el país de acogida, para ello, Winton publicó anuncios en los diarios británicos, las iglesias y las sinagogas pidiendo ayuda. En unas semanas, centenares de familias aceptaron acoger a los niños y pagar los gastos. En este acto de homenaje, Sir Winton se reúne con los pequeños a los que salvó, convertidos ahora en adultos agradecidos. Su reacción, cuando se da cuenta, es emocionante.
La carta de Nicholas Winton
El Rotary Club un periódico local expuso una carta de 1939 en la que Winton había escrito: «Hay una diferencia entre la bondad pasiva y la bondad activa, lo que es, en mi opinión, la entrega del tiempo y energía de uno en aliviar el sufrimiento y el dolor. Supone salir, buscar y ayudar a aquellos que sufren y están en peligro, y no simplemente seguir una vida ejemplar, de forma puramente pasiva sin hacer el mal».
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