Si ayer os mostrábamos a una serie de gatos que se empeñaban en robarle la cama a los pobres perros, hoy os mostramos algo parecido. En esta ocasión, los felinos les impiden el paso a alguna de las estancias de la casa que, por supuesto, creen que esta bajo su dominio por completo.
Por esto, son ellos los que delimitan las áreas que creen oportunas y los que deciden quién puede entrar y quién no.
Volvemos a repetir lo de siempre, lo más curioso de todo es ver como perros mucho más grandes que ellos son abatidos ante tamaña mala leche.
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