Otra historia más del turismo de explotación animal: dos dugongos enjaulados bajo el agua

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Lo que es capaz de hacer el ser humano para lucrarse puede llegar a cotas que revolverían el estómago de cualquiera con un mínimo de sensibilidad. La siguiente historia es un claro ejemplo de las atrocidades que se llegan a hacer por dinero, aprovechándose de los más inocentes e incumpliendo todo tipo de leyes, de las que están escritas y de las que no. Por suerte, se trata de una historia con final feliz gracias a otro tipo de gente, esa que está en el mundo para equilibrar la balanza.

¿ Que animal es el dugongo ?

 

El dugongo es el  sirenio actual de tamaño más pequeño y también único representante de su género y el único miembro superviviente de la familia Dugongidae y vive en las proximidades de las costas del océano Índico, desde el Mar Rojo al sur de Mozambique, Madagascar, India, la península de Indochina, Indonesia, Filipinas, Nueva Guinea y norte de Australia. Por el este llegan hasta las islas Salomón y la Polinesia Francesa, y por el norte alcanzan las islas de Hainan (China), Taiwán y las islas Ryukyu del Japón. Vive a una profundidad no superior a los 20 metros, aunque puede permanecer sumergido hasta una hora en el agua.

A principios de marzo, un grupo de buceadores se encontró con una imagen grotesca bajo las aguas de la Isla de Kokoya, en Indonesia. Atrapados en jaulas sumergidas, hallaron a dos dugongos, una especie de mamíferos cercana a los manatíes.

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Según uno de los buzos, se trataba de una madre y su cría. Ambas estaba en jaulas separadas y el dugongo adulto tenía su cola atada a los barrotes. Al parecer, unos pescadores locales habían cazado a estos animales para sacar provecho del turismo de la zona: pedían dinero a cambio de sumergirse y hacerse fotos con los animales.

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Galuh Riyadi

Delon Lim contó a The Dodo que "la cuerda estaba gastada y retorcida. Las cicatrices y las heridas en la cola eran muy profundas", lo cual indicaba que los dugongos debían haber sido capturados hacía semanas. Después de hacer fotos y vídeos para guardar pruebas y acudir a las autoridades, los buceadores pidieron a los pescadores que liberasen a los animales, no solo porque era horrible lo que estaban haciendo, sino porque, además, los dugongos son una especie protegida.

Poco convencidos de que fuesen a ceder, Lim y sus compañeros publicaron todas las imágenes en las redes sociales, para crear presión. A los pocos días, las autoridades de la isla contactaron con ellos para pedirles información sobre el paradero de las jaulas y liberaron a los dugongos.

 

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Esta historia, que acabó bien gracias a la denuncia de estos buzos, no es tan poco común. Existen muchos países que donde existe este tipo de turismo y desde aquí queremos recordaros que los animales no son atracciones de feria. No están para entretenernos, ni para vivir enjaulados, no han nacido para que nos hagamos fotos con ellos. La relación del ser humano con el mundo animal debe estar regida por la necesidad y el respeto, nunca por un afán de lucro y por entretenimiento.

Somos los turistas los que debemos tener esto muy claro y los que debemos denunciar este tipo de actividades. Si no les damos uso, se les acaba el negocio. Es así de fácil.

El reportaje que os proponemos a continuación habla de los dugongos, preciosos animales marítimos y únicos en su especie.

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