Más de 20 novillos escapan poco antes de ser enviados al matadero

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Esta semana, algunos medios se han hecho eco de un curioso acontecimiento que tuvo lugar en el pueblo de Villacalabuey, en León. Se trata de la huída de veinte novillos del recinto donde se alojaban y de las labores de búsqueda y captura que han tenido que llevar a cabo las autoridades y los vecinos de la zona para devolver a los animales a su lugar.

Si bien la mayoría habla de la noticia centrándose en la ardua tarea de recuperar las reses, a nosotros nos ha llamado la atención la otra cara del hecho.

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Con edades comprendidas entre los 2 y 3 años, los novillos de esta finca estaban destinados al mercado cárnico y se encontraban, por su tamaño, a poco tiempo de ser enviados al matadero.

No es la primera vez que vemos casos de animales que, fruto de la casualidad o no, parecen mostrar una actitud de tristeza o pánico ante su destino, antes de que este sea siquiera visible para ellos. Y esto nos ha llevado a pensar que quizá estamos pasando por alto algunas señales que nos intentan hacer llegar los animales.

El debate sobre si es mejor o peor el consumo de productos de origen animal, de si se trata de una opción personal o de si debería estar prohibido, enfrenta a muchas personas del planeta. No queremos, desde aquí, dar lecciones ni entrar en esa cuestión, pero sí nos gustaría abrir una puerta a la reflexión aprovechando este suceso.

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Es evidente que la mayoría de animales que son criados en granjas o recintos ganaderos no viven en buenas condiciones, sobre todo en cuestiones de espacio, y factores como este aumentan sus niveles de estrés llevándolos a sentir la necesidad de escapar. ¿No deberíamos tomar conciencia de sus necesidades e intentar que, al menos, el tiempo que vivan lo hagan lo mejor posible? ¿Es tan difícil compaginar la producción con prácticas responsables y sensibles? No te olvides de dejarnos tu opinión en los comentarios, estamos deseando conocerla.

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