Cada año, la recepción del hotel Mfuwe, en Zambia, recibe a un grupo de huéspedes únicos. Durante tres generaciones, familias de elefantes se aventuran a cruzar parte del edificio para llegar a los jardines del interior del hotel, donde crecen riquísimos mangos que hacen las delicias de estas familias tan particulares.
Por suerte, para los regentes del hotel esto no supone un problema, más bien al contrario, pues la confianza que han depositado los animales en ellos les es devuelta con creces por las personas que se alojan en el Mfuwe. Y así, cada temporada, entre finales de octubre y mediado des diciembre, los elefantes vuelven al hotel a comer los mangos maduros que han caído de los árboles. ¿A quién le importaría que estas majestuosas criaturas parasen en el patio para tomar un tentempié? ¡A mí desde luego no!
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