Ser niño no es fácil. Primero tienes que soportar, siendo aún un bebé, la rotura de las encías para la salida de los dientes de leche. Más tarde, alrededor de los 5 o 6 años, se éstos se caen para luego dar lugar a los definitivos. Este último trance seguro lo recuerdas con más o menos emoción. Una mezcla de sensaciones de que te estás haciendo mayor pero también con miedo ya que, para que nos vamos a engañar, todos recordamos algún momento de pánico hasta que aún incisivo se terminaba de caer.
Por suerte el ratoncito Pérez estaba en ese momento para aliviarte. Dejabas el diente caído debajo de la almohada, el ratón se lo llevaba mientras dormías y, al día siguiente, en el lugar de dicho diente, te encontrabas con alguna grata sorpresa que compensaba la pérdida.
El protagonista de la historia de hoy no estaba seguro de que el ratoncito Pérez le dejase su premio ya que había perdido la prueba de marfil en el patio del colegio. Compungido por tal situación, la profesora de turno se le ocurrió una genial y consoladora solución.
Esperemos que el ratón acepte la explicación aunque estamos seguro de que no habrá ningún problema.
Fuente: Miguel Ángel Morelli
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