Animales vivos en bolsas a modo de souvenir, el colmo del maltrato animal al servicio del turismo
Qué horrible es jugar con la vida de los demás. Qué sin sentido comercializar con otros seres vivos y qué mezquino condenarlos a una agonía segura o, en el peor de los casos, a la muerte.
En China han llegado a límites que deberían estar castigados. Unos souvenirs de plástico se venden como llaveros, pero son en realidad tumbas para pequeños animales.
Salamandras, tortugas, ranas o peces encerrados vivos en bolsitas minúsculas con líquidos de colores.
Compartiendo espacio con bolas de colores y otra decoración, no pueden moverse ni respirar.
Intentan en vano escapar de su prisión. Esta es una forma lenta de muerte segura que no debería existir. Quien lo hace es igual de inhumano que quien lo compra, pues perpetuar un negocio así es como poco una barbarie. Una masacre por la que se paga. Y por lo único que habría que pagar en este caso es por liberar a los pobres animales que han tenido la mala suerte de caer en manos humanas.
Bastarían unas tijeras o un cuchillo para cortar el plástico que los separa de la libertad.
Supuestamente, el líquido lleva nutrientes y oxígeno como para mantenerlos con vida durante un par de días, pero, aturdidos, los animales ni se mueven.
En el mejor de los casos, estas criaturas serán liberadas de su prisión para acabar siendo mascotas.
Además de una agonía física, es también un tormento psicológico. Esta pequeña tortuga tratando de encontrar salida a su situación muestra el enorme agobio que debe suponer.
Por desgracia, no es la primera vez que se usa a los animales para fines así. En Sudamérica se usaron escarabajos vivos decorados como broche, y, durante este año, una compañía dio a conocer su nuevo reloj lleno de hormigas vivas. Sin embargo, después de la reacción del público, la compañía aseguró que era solo una broma de los Santos Inocentes y retiró el reloj.
¿Qué tiene que pasar para que los animales dejen de pagar por la estupidez de la raza humana?
Fuente: The Dodo