La risa es altamente contagiosa. Es difícil contenerla si vemos a alguien soltar una buena carcajada, y es muy susceptible de expandirse como un virus en grupos de varias personas.
Pero si la risa pertenece a un bebé, no hay persona que pueda contenerse, es inevitable reñírse a mandíbula batiente contagiado de la felicidad de estos adorables pequeños.
Esta recopilación hará que te duela la mandíbula y los abdominales (con el saludable ejercicio que supone reírse) y su principal secuela será una enorme sonrisa en la cara el resto del día. Estáis avisados, una vez que le deis al «play», no hay marcha atrás.

Deja una respuesta